La sirena está vomitando
otra vez. Hoy ha bebido demasiado. Se llama Pilar, el nombre
se lo he puesto yo. Estaba en la bañera cuando alquilé el apartamento. Menudo
susto me pegué. Gruñe y mueve la cola porque no quiere estar atada.
Cuando se porta bien cenamos juntos, le gusta el vino y escuchar boleros. Come
demasiado.
Hoy le he pedido que se case conmigo, pero ella ha
respondido que no, que las sirenas no existen. Y seguro que tiene razón. Ahora
estoy enfadado y hago como que no la veo.
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Siempre quise tener una sirena en la bañera, un hipopótamo como mascota, un amigo de hojalata. Vivir en un espejismo, lleno de palmeras. Bañarme en el cielo y volar entre las nubes. Siempre quise tener una tarde de domingo guardada en el bolsillo, una caja de sonrisas en la despensa y una botella de besos en la nevera.
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Siempre quise tener una sirena en la bañera, un hipopótamo como mascota, un amigo de hojalata. Vivir en un espejismo, lleno de palmeras. Bañarme en el cielo y volar entre las nubes. Siempre quise tener una tarde de domingo guardada en el bolsillo, una caja de sonrisas en la despensa y una botella de besos en la nevera.