lunes, 20 de junio de 2011

90 Amores que matan...













"Detective privado o agente secreto": siempre respondía lo mismo cuando le preguntaban que quería ser de mayor. No hablaba por hablar, lo decía serio y convencido, con el cuerpo erguido y poniendo cara de espía, desafiante. Luego pasó el tiempo y el calendario dejó caer sus hojas, que se convirtieron en años y, claro, al final no fue ni una cosa ni la otra. Podía sentirse orgulloso: en la vida había hecho de todo, oficio ninguno, pero el trabajo nunca le había faltado. Era un hombre normal, sencillo, retraído, esquivo tal vez, pero sin pretensiones.

Ahora era diferente. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto. Vivía en una situación de vértigo permanente, en una montaña rusa, sinuosa, que ascendía y descendía a velocidad de vértigo. Sabía que ella lo estaba matando. Pero ya no podía hacer nada, estaba atrapado irremediablemente. Demasiado tarde, ya no podía salir, ¡que carajo!, ni podía ni quería salir.

El cuadro clínico era claro y conciso: ataques de ira, cambios súbitos de humor, trastornos de personalidad, sensaciones de euforia, procesos repentinos de depresión, llanto espontáneo, risa incontrolable, desinhibición, lenguaje soez… Había realizado turismo médico y, con meridiana precisión, los tres galenos que visitó, los tres con bata blanca y mala letra, coincidieron en el diagnóstico: “Tiene usted que dejar de ver tanta televisión. A su edad eso no es bueno para la salud”. Como si fuera tan fácil, ¿que sabrán ellos de la salud?. No bebía, no fumaba, ni siquiera se había casado pues fue siempre muy malo para eso de las mujeres. Si le quedaba algo en la vida por hacer, pensó, era morirse.

Hacía cinco años que se había jubilado y todo empezó como si tal cosa, para pasar el rato. Ahora había días que no se levantaba del sofá ni para dormir; se despertaba al alba y sus párpados caían al amanecer, exhaustos de tantas emociones. El mando a distancia se había convertido en un apéndice más de su cuerpo, en una nueva extremidad, y con un leve movimiento de su dedo índice pasaba del mar a la montaña, del frío al calor, de la risa al llanto, del cielo al infierno... Y así un día y otro mimetizaba aquellos personajes, se travestía y, sin saber el motivo, gritaba, insultaba a la pantalla, explicaba en voz alta sus miserias, respondía en los concursos, lloraba y reía sin parar, en un delirio permanente.

En pleno éxtasis, sintió un dolor fuerte en el pecho y empezó a tener dificultades para respirar. Un frío intenso heló su cuerpo, se notó la piel húmeda y una sensación tenue de desmayo que anunciaba el fin, recorrió su ser. Su corazón latía de manera anormal, su válvula mitral empezaba a fallar de forma irremediable. Era un infarto, lo sabía, lo había escuchado  mil veces en un programa matinal. Antes del último suspiro, cuando ya su cuerpo no respondía a las órdenes del cerebro, su dedo índice tomó vida propia y apretó el botón de apagado, la televisión dejó de emitir y un silencio sepulcral acompañado de un terrible olor a muerte invadió la estancia.

©  Xavier Blanco 2011.

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7 comentarios:

  1. Conozco al personaje que describes,.... con la obviedad de querer ser detective privado. Ese dedo del final apretando el mando pone la guinda al pastel.
    Un saludo

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  2. Me ha gustado mucho, de verdad!Ágil y agridulce. M

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  3. Gracias Sigrid, gracias M. por pasar por aquí, por leer los textos, y especialmente por opinar, y dejar constancia de que habéis pasado.
    Un abrazo.

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  4. acá ne Chile ,la TV es cada vez peor, sin duda mata...neuronas

    me encantó ese sarcasmo con que planteas un tema, los medios visuales se sirven de lo que sea para llegar a sus metas y vamos que la competencia es dura en este circo romano moderno, lomediatico , lo desechable, lo irreverent, lo estupidamente fácil lleva un pulpo gigante que nos abarca desde todos los flancos y defícil no ausentarse y meno aún aislarse

    un abrazo y pasa un martes genial:)

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  5. ahh te vi pasar silente por mi rincón:)

    eso:)

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  6. Elisa,
    Entré por primera vez ayer, sigiloso, como la brisa de primavera,y ya estás en la relación de blogs que sigo, me encantó, te envidio, la poesía es otra cosa, sólo para los elegidos.
    Un abrazo y gracias por pasar por aquí...

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  7. nada; que tú estás enlazado igual y siguiéndote, como vez soy una bloggera super fácil de conquistar jajaja, me gusta visitar espacios nuevos y leer y descubrir el pensamiento detrás del renglón

    genial miércoles ten:)

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