miércoles, 8 de diciembre de 2010

05 EL MUNDO EN EL QUE VIVIMOS

(Dedicado a Humberto Espinosa, campesino colombiano).

Foto: Sebastiao Salgado.
Hoy una noticia ha llamado mi atención. La lluvia se ha llevado por delante parte de Bello, un suburbio cerca de Medellín, Colombia, dejando en su camino centenares de muertos. Tras la tragedia, el  Presidente Santos ha ido a darse un baño de populismo; eso sí, rodeado  de policías y de periodistas -que todos me vean y que nadie me toque-. Esperando la comitiva presidencial estaba Humberto Espinosa, enarbolando su pancarta reivindicativa “Bienvenido Presidente Santos... las tragedias siempre pueden evitarse”. Era su forma de decir basta. Él no tiene facebook, ni podrá leer este blog, y si su casa todavía sigue en pie, seguramente no tendrá ni electricidad ni agua corriente.
Humberto contesta al periodista que “era un campesino productivo” pero que ahora es un desplazado –suponemos que por la guerra y la pobreza- que malvive recogiendo lo que puede de las basuras de Medellín. Se acerca al Presidente: “somos desplazados, somos vulnerables”, le dice en un tono bajo y educado. El Presidente sigue estrechando manos y regalando sonrisas. Un poco más adelante, el Presidente habla con una mujer: “aquí nunca debieron de construir”, dice él sin perder su sonrisa: gran sentencia, es como decirles "ustedes nunca debieron de haber nacido". Luego ella, temerosa y sumisa, responde “la necesidad nos obligó”.
Y ahí siguen ellos, Humberto, su familia y el resto de las gentes de Bello:  vulnerables, víctimas de ese éxodo rural que ha obligado a campesinos de medio mundo a malvivir en los arrabales de las grandes ciudades, huyendo de la pobreza y buscando un futuro mejor que nunca llega.
Cuanto más avanza la ciencia, cuanto más la tecnología, cuando la capacidad del ser humano para producir riqueza es infinita, más grande es el espacio que separa a los que lo tienen todo de los que nada tienen.
Que razón tienes Humberto, las tragedias casi siempre pueden evitarse. El mundo debería de ser mucho mejor. Sólo haría  falta que aquellos que gobiernan lo hicieran pensando en la mayoría y no sólo en los intereses de unos pocos.
Ellos, como los humbertos del terremoto de Haití, como los que habitan las fabelas de Rio y en los suburbios de las grandes ciudades del planeta, siguen ahí esperando que las cosas cambien, siguen ahí con su DIGNIDAD INSOBORNABLE, ésa que sólo poseen aquellos que sin tener nada, tienen lo mas importante, la razón.
Y antes de finalizar la noticia aparece en pantalla Elkin, líder vecinal: “sólo queremos que nos miren como a seres humanos”, sin comentarios.

1 comentario:

  1. Leyendo este artículo, me di cuenta que vivimos en el mundo de las paradojas, mientras el mundo rico se esfuerza en enseñarnos a reciclar, muchos del otro mundo viven de las basuras.

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